sábado, 27 de junio de 2009

La Virgen del Camino y la matanza de Bácum


Está próxima la fiesta de La Virgen del Camino, y contribuyo a ella mediante este artículo, el cual fue publicado con más detalles (con notas al pie y fuentes consultadas) en la revista virtual http://www.andante26.com/revista/


La Virgen del Camino y la matanza de Bácum

Raquel Padilla Ramos
Centro INAH Sonora

La masacre
Obstáculo para el progreso y rémora de la sociedad, así eran considerados los yaquis en la segunda mitad del siglo XIX gracias a su larga carrera de insurgencia y al pensamiento político liberal de aquellos años. El coronel Próspero Salazar Bustamante era uno de estos liberales y pasó a los anales de la historia yaqui como el orquestador de la matanza de Bácum, verificada en 1868. Es factible también que la simpatía de los yaquis hacia el gandarismo fuera una razón más para justificar ataques tan brutales como el de Bácum.
De manera abreviada, lo que sucedió fue lo siguiente, según la pluma de Francisco Troncoso, quien posiblemente se basó en el parte militar:

El día 12 de ese mes [febrero], una fuerza del coronel Bustamante derrotó, cerca de Cócorit, a una partida de indígenas, haciéndoles 33 muertos y tomándole un número igual de prisioneros. Tres días después se presentaron 600 indios en el pueblo mencionado, solicitando la paz, y el coronel Salazar, por sospechar que venían de mala fe, los tomó presos y les exigió la entrega de 300 armas de fuego, de las cuales sólo pudieron dar 48. Aquel jefe puso entonces en libertad un número proporcionado a la cantidad de que armas de que habían hecho entrega, y con 450 prisioneros marchó el 18 al pueblo de Bácum, en cuya iglesia los encerró, separando 10 cabecillas, con orden de que fueran fusilados al menor movimiento que los demás hicieran para fugarse, cuya orden se ejecutó a las 9 y media de la noche, porque según se dijo, los indios se habían echado sobre la guardia. Si pretendieron o no fugarse los indios encerrados en la iglesia, sólo lo supo el coronel Bustamante. Lo cierto es que en aquella hora se rompió sobre ellos el fuego, produciendo una confusión indescriptible. La artillería se colocó en la puerta del edificio e hizo varios disparos con metralla sobre aquella multitud indefensa; el templo se incendio y perecieron más de 70 indios, logrando escapar el resto en medio de la confusión y el desorden.

El número de yaquis muertos varía, según la versión a la que se tiene acceso, pero hay quien propone una cifra de hasta 120. Lo más vívido que queda de la matanza de Bácum en la memoria yaqui es una historia envuelta en un halo de misterio, difícil de desentrañar…

Nuestra Señora del Camino
Durante el incendio de la iglesia de Bácum (dedicada a Santa Rosa de Lima, por cierto), varios yaquis pudieron escapar; de ellos, cuatro lograron salir y poner a salvo una pequeña imagen de bulto de Nuestra Señora del Camino. Los prófugos alcanzaron la sierra del Bacatete, donde resguardaron a la Virgen al parecer en una cueva. Desde entonces, año con año en la víspera de su fiesta patronal, cuatro yaquis que heredaron el secreto del lugar exacto en donde se depositó a Nuestra Señora, la recogen y la bajan al pueblo de Loma de Bácum.
En la Loma se celebra el 2 de julio la fiesta más numerosa entre los yaquis, pues acude gente de los ocho pueblos, de Hermosillo y de Arizona. Es una festividad muy vistosa, plena de danzantes matachines que en esta ocasión especial utilizan listones de colores para trenzarlos en un palo; hay también presencia de Venado y Pascolas. Cada pueblo lleva a su propio séquito de matachines.

El padre josefino Manuel Robledo sostiene que la fiesta de Nuestra Señora del Camino representa al Misterio de la Visitación, por la fecha en que se celebra, que coincide con el día de Santa Isabel o la Visitación. La Visitación se refiere al momento en que María Virgen, recién anunciado su embarazo por el arcángel San Gabriel, visitó a su prima Isabel (preñada también, pero esta con seis meses de gestación). Este episodio pasa a la posteridad cotidianamente gracias al rezo del Ave María “Bendita eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”, que son las palabras que Isabel dijo a su prima cuando el niño-feto Juan (el futuro Bautista) saltó en su seno al sentir la presencia del niño-feto Jesús en el vientre de María.

Algunos yaquis afirman (de hecho, ni siquiera se cuestionan) que la Virgen del Camino es la Santísima Virgen, pero dentro de la comunidad de Loma de Bácum, hay quien considera que podría ser Santa Isabel, la madre del Bautista. Personalmente no creo que la Virgen del Camino sea Santa Isabel; es probable que esta imbricación provenga de la época jesuita por razones que expondré más adelante. Sin embargo, el antropólogo norteamericano Edward H. Spicer sostiene que se trata de Santa Isabel y así lo señala en su libro Los Yaquis. Historia de una Cultura. Lo cierto es que en el santoral, el día 2 de julio está dedicado a Santa Isabel.

Desalojo y fiesta
Ahora bien, ¿por qué el cambio de Bácum a Loma de Bácum para honrar a la Virgen del Camino? A lo largo de la guerra del Yaqui los alzados e incluso los yaquis pacíficos tuvieron que desalojar los pueblos del Río, ya sea para esconderse en la Sierra o porque sufrieron la deportación a Oaxaca o Yucatán. Los yoris no desaprovecharon la ansiada oportunidad y ocuparon los pueblos más sureños, Cócorit y Bácum. Al darse la “pacificación”, los yaquis optaron por fundar Loma de Guamúchil, en relación al primero y Bataconsica, ligado al segundo. Posteriormente, por causa de una inundación en 1948, los yaquis reubicaron Bácum-Bataconsica en lo que se conoce como Loma de Bácum.

El padre Robledo, a quien cité renglones atrás, describe la fiesta del Camino como repleta de costumbres “antiquísimas que la guerra de 14 años interrumpió pero no pudo abrogar.” Dice también, basado en los escritos de su cofraterno Frías, que llegaron al festejo indios de todas las cercanías y en la víspera, esto es, el día primero por la tarde, se congregaron en lo que “en su tiempo fue la mejor Iglesia del Río”, es decir, la de Bácum. Acto seguido, el josefino escribe la disposición de los paramentos religiosos, de las imágenes de los santos y la de los actores partícipes durante la víspera:

A uno y otro lado del altar se colocaron los cantores de todos los pueblos, que eran más o menos seis de cada uno, presididos de un maestro que los dirigía; en esta ocasión fueron cuatro los pueblos representados en sus cantores y se distribuyen los de dos en un lado y los de los dos restantes en el otro.
En medio de la concurrencia que llegaba a mil almas, se entonaron las vísperas solemnes y fue grande la maravilla de nuestros Josefinos al oír a las indias responderse en latín los versículos de los salmos cantados de memoria y en perfecto orden así como las demas partes de las vísperas…, los soldados del Tetabiate hicieron salvas con sus fuciles y los pirotecnicos reventaron cohetes y quemaron castillos aún antes de que la jente saliera.

El mero día de la celebración, el misionero josefino celebró una misa a las cuatro de la mañana y otra más a las seis, señalando que ambas estuvieron muy concurridas (más de dos mil personas “que no encontraron lugar dentro de los paredones de la Iglesia [y] se apretujaron en sus alrededores”). Otro miembro de la orden, el padre Martínez, explicó a los yaquis el significado de la fiesta en un conmovedor sermón. Por la tarde hubo una procesión “como jamás en mi vida había visto cosa semejante”, dice Ramón Frías. La impresión que le dejó la fiesta queda plasmada en los siguientes párrafos:

¡Qué cuadro tan conmovedor! A la verdad que ante el siguiente espectáculo mi corazón se conmovió y mis ojos sin quererlo se humedecieron. Formados todos en la Iglesia para la Procesión cuatro inditos portaban las cañas de un palio bajo el cual otras inditas portaban las andas en que llevaban a la Santísima Virgen del Camino, que es una imagencita de pie y medio de alta, coronando sus sienes una corona de oro maziso; estas inditas llevaban sobre sus cabezas unos como bonetes colorados, de cuatro picos: Por delante de la Virgen iban tres inditos con los ciriales y cruz alta, el R. Padre Martínez y su servidor, veniamos atrás de la Virgen también bajo palio. Ordenada de este modo la Procesión, se dio principio a ella, y de una vez en la puerta de la Iglesia comenzó el R. Padre Martínez a rezar el santísimo Rosario, en el cual lo cantaban en un tono muy triste, muy devoto y a la vez conmovedor; en esta ocación se presentó a nuestra vida uno de los espectáculos más interesantes y conmovedores: el llano se encontraba cuvierto de una enorme masa de gente indígena, pues se calculaba el número de tres mil quinientos los que asistieron a la fiesta y quienes, a semejanza de las olas del mar, veianse agitar continuamente.
Por delante del segundo palio que conducía a la Santísima Virgen del Camino, seguía una multitud de palios a la larga distancia uno de otro, conduciendo a las imagenes que habían traído de los otros pueblos y a cuyos lados unos inditos llevaban unas banderas de diferentes colores, las que por insignia tenían el signo de nuestra Redención y que por el aire, agitándolas fuertemente, hacía visible a todos dicha señal. A los lados de las columnas de la Procesión formaban valla por ambos lados una hilera de soldados Yaquis que se reunieron de los pueblos y eran más de doscientos, quienes en todo el tiempo duró la procesión, descargaron varias veces sus armas, mientras otro indito, que era el Temastian o Sacristán iba repicando una campana…
De este modo duró la Procesión dos horas, hasta que, concluido el santo Rosario, entramos a la Iglesia y terminó la función… El fruto de esta fiesta ya se puede imaginar; pero además anotaremos que se efectuaron doce bautismos y un matrimonio y lo que llama el mismo cronista “el broche de oro”, que fue el no haberse encontrado entre tanta gente un solo indio que se hubiera propasado en la bebida, obstante que en otros años el embriagarse era común en estas festividades.

Sobra comentar que hoy día la fiesta del Camino está saturada de bebidas embriagantes. Es importante observar también que los padres josefinos no señalaron en su escrito que la Virgen fuese bajada de la Sierra, aunque sí advirtieron que algunos santos (imágenes de bulto) provenían de otros pueblos para visitar a Nuestra Señora.

Spicer se refiere a la fiesta del Camino como “una ocasión ceremonial que debe haber contribuido en forma importante a la solidaridad general de los yaquis”. Esto va en relación al hecho de que todos los pueblos yaquis se reúnen el 1 y 2 de julio para rendir honores a la Virgen y a que se requiere una organización magna y conjunta para llevar la fiesta a cabo.

En España existe un santuario dedicado a la Virgen del Camino en la comunidad autónoma de León, de la cual es oficialmente la patrona. El santuario existió primero como ermita; en ella un 2 de julio de 1505, fiesta de la Visitación, un pastor vio aparecer una imagen de la Virgen, parecida a la que se encontraba en el camino o ruta de Santiago. Así, cada 2 de julio se realiza en ese lugar, hoy conocido como Virgen del Camino, una gran fiesta a la que acuden peregrinos de toda la región. Esto nos indica que la devoción hacia Nuestra Señora del Camino era relativamente reciente cuando la llevaron los jesuitas a tierras yaquis.

La advocación de Nuestra Señora del Camino no es, pues, Santa Isabel, sino la propia Virgen en el momento de visitar a su prima. Es María al iniciar su proceso de maternidad la que provoca una gran fiesta peregrina en León, España, así como una colorida y concurrida fiesta en Loma de Bácum, Río Yaqui, la misma conmemoración que dejó maravillados a los padres josefinos a fines del siglo XIX y que aún hoy día no deja de maravillarnos.
Aunque para los yaquis su Virgen de Loma de Bácum no se relacione con la ruta a Santiago, tiene sin duda mucho que ver con su propio camino, con su historia étnica. El camino como metáfora implica un devenir, un salir y regresar, un llevar y traer. El camino es el que los sacó y los devolvió a la Tierra, es una vía que vislumbra un futuro benévolo y prometedor; es el que es, y como dijo el poeta, el que se hace al andar.